El hierro y el manganeso a menudo coexisten en fuentes de agua como las aguas subterráneas, pero las concentraciones de manganeso suelen ser mucho más bajas.
El manganeso está presente de forma natural en el suelo y en la mayoría de las aguas superficiales y subterráneas; se trata de un elemento esencial para muchos organismos vivos, debido a su papel en el funcionamiento de las enzimas.
En lo que respecta a los humanos, suelen obtener casi todo el aporte de manganeso a través de los alimentos. El organismo regula la absorción de manganeso a lo largo del tracto gastrointestinal para ayudar a mantener la homeostasis del manganeso y, por lo general, el manganeso que se obtiene por vía oral se considera uno de los elementos menos tóxicos. No obstante, a la luz de recientes investigaciones, el valor de referencia sobre la concentración de manganeso en agua potable es objeto de debate en la actualidad.

Figura 1: Símbolo químico del hierro y el manganeso.
El hierro es un metal abundante en la corteza terrestre, donde se encuentra principalmente en sus diferentes óxidos. Los iones de hierro Fe2+ y Fe3+ se combinan fácilmente con compuestos que contienen oxígeno y azufre para formar óxidos, hidróxidos, carbonatos y sulfuros. Además, el hierro desempeña funciones vitales en la sangre y las enzimas que lo convierten en un oligoelemento esencial.
La concentración de hierro en los ríos suele ser baja, del orden de 0,7 mg/L. En aguas subterráneas anaeróbicas donde el hierro se encuentra en forma de Fe2+ son habituales las concentraciones de 0,5 a 10 mg/L, si bien pueden alcanzarse concentraciones de hasta 50 mg/L. Normalmente, los niveles de hierro en el agua potable son inferiores a 0,3 mg/L, pero pueden ser más altos en aquellos países que emplean sales de hierro como coagulante en plantas de tratamiento de aguas y tuberías de hierro fundido, acero y hierro galvanizado en la red de distribución.